• Vuelteros.

















El envión, obligación necesaria para darle vida al juego, tarea que todos deseaban evitar.
El que salía sorteado contratacaba con la represalia de la hipervelocidad.
Hasta que todos los mareados, saltaban al olvido de la gravedad.

2 comentarios:

jule dijo...

decía (es que creo que se borró el principio de un mensaje, o se mandó y se quedó en un éter indefinible así como el éter) que qué ganas de subirme a una calesita ahora, que en esquel hay una que se parece a la de la foto y está en una placita linda y una vez me subí con una amiga y su hermana y girábamos rápido rapidísimo y fue muy divertido; y en parís hay otra pero esas son las grandes, los carruseles con caballos y demás animalitos y medios de transporte casi empalados a la estructura, es la calesita de amélie y pasan música linda y rara pero no se la ve a amélie poulin escondida disfrazada llamando por teléfono al chico de las fotos, igual es muy bonita, qué lindas las calesitas

María •• dijo...

Esa calesita es lo más.
Me regaló un importante momento de cuelgue filosófico con fondo de mar.

Yo iba a una en una plaza y la desilución más grande era cuando se rompía y no giraba. El socorro llegaba meses después, seguramente luego de una larga lista de calesitas a arreglar.

Debería existir el gremio de las calesitas.

Aunque ahora que lo pienso quizás sea medio burocrático!