El barrilete vino y se encalló en un mar de vaquitas de San Antonio que iban a Claromecó.
Después vino un gigante de libélulas que se lo comió hasta convertirse en primavera.
Todo para que llueva mientras no haya pinceles flotando.
Si, yo los ví por la ventana. Estaban todos libres de apurados.
• Tierra de la ventana.
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2 comentarios:
poesía.
abraxo!
La nena esa es poesía.
Espontánea modelo fotográfica!
Gracias por pasar por este rinconcito.
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